La sociedad contemporánea occidental se caracteriza por una configuración particular de relaciones sociales, económicas y culturales que emergió tras la crisis de la modernidad. A diferencia del período moderno, que se distinguía por la preeminencia de grandes narrativas unificadoras, la confianza en el progreso científico y la centralidad del sujeto racional, el momento actual presenta una fragmentación radical de estas estructuras. Esta transformación se manifiesta en múltiples dimensiones: la digitalización de las relaciones sociales, la globalización del capital, la crisis de las instituciones tradicionales, y la emergencia de nuevas formas de subjetividad mediadas por la tecnología.
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